TITULO
Como cazarecomensas uno ve muchas cosas, sobre todo en un
mundo así; pero nada en mis veinte años de experiencia y en mi vasto
conocimiento de las criaturas que pueblan esta tierra podía prepararme para lo
que estaba a punto de ver y, sobre todo, de vivir.
El encargo parecía sencillo: traerle a un alquimista un par
de colmillos de troll para una medicina, y por ello cobraría cien mil euros.
Los trolls, aunque duros de pelar, no son precisamente difíciles de matar,
debido a que no son los seres mas espabilados de la tierra, pero aun en el caso
de que dieses con uno medianamente inteligente, podrías convencerle fácilmente
para que te lo vendiese barato, dado que los colmillos de los trolls son muy
parecidos a los de los tiburones, se desprenden con cierta facilidad y se
regeneran enseguida. Por experiencia los trabajos tan sencillos no suelen
serlo, pero esta vez me fié debido a que el troll que buscábamos no era uno
cualquiera, se trataba del jefe de la tribu de los bosques de América oriental;
aun así supuse que no seria mayor desafío dado que los jefes de tribus troll
son muy dados al comercio y, sobre todo, al contrabando. Ya me las vi antes con
alguno e incluso hago negocios de vez en cuando con los jefes de las tribus
locales.
Me lleve a cuatro hombres de confianza conmigo por si la
cosa se ponia seria, son cuatro compañeros de profesión con los que ya había
compartido encargos antes y la recompensa era suficientemente sustanciosa para
que nos saliese rentable el reparto. No nos demoramos mucho en encontrar la
aldea en la que vivía esta tribu en particular, pero desde el mismo instante en
que vislumbramos la entrada a la aldea los cinco supimos que algo no iba bien.
No había ni un solo vigía en la puerta y había un silencio sepulcral, incluso
dejo de oírse el sondo del bosque. Preparamos nuestras armas y nos dispusimos
en fila apuntando al portón, nuestro instinto estaba mas que desarrollado y sabíamos
que no saldríamos de aquí sin pelear, confiábamos en nuestra experiencia y
habilidad para salir de esta, pero ahora se que no teníamos ninguna
posibilidad. Me dispuse a llamar al portón para que nos abrieran, se por experiencia
que los trolls son muy irascibles y, a pesar de su escasa inteligencia, no toleran
la falta de educación; pero con el primer golpe, el portón empezó a abrise
lentamente igual que en una casa encantada pero sin el chirrido, lo cual me
resulto muy extraño ya que la puerta no era precisamente nueva, aunque en aquel
momento no le di importancia.
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